La Carta
No era exactamente como lo recordaba. Lo cierto era que no tenía nada que ver con la imagen que mantenía de aquel muchacho con el que compartió tardes de estudio y besos en la biblioteca de la facultad. Mira que su amiga Helena se lo advirtió: no vayas a verle, ¿para qué? Ha pasado mucho tiempo, déjalo estar. Y quizás tuviera razón. Formaba parte del pasado, de ese tiempo que quedó atrás, mucho tiempo atrás, sin embargo, se sintió profundamente intrigada cuando descubrió un mensaje de él en la bandeja de entrada del correo electrónico. Le solicitaba un encuentro en una cafetería a miles de kilómetros de la ciudad en la que se conocieron, y eso le originaba, además de un revoloteo en el estómago, una poderosa curiosidad. ¿Cómo sabía él donde vivía? ¿Por quién se había enterado de que residía en Arlés? Solo las personas más próximas…
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Hay veces que es conveniente dejar escapar a los fantasmas del pasado…pero cuando las mariposas del estómago mandan..es que Mandan!!!
Muy bonito!!!
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Ciertamente es así. Mil gracias, Andrés, por comentar. Un abrazo!!
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