Spa
Se introdujo en el agua con sumo cuidado. Enseguida su cuerpo se vio sumido en un cúmulo de agradables sensaciones. El agua estaba caldeada, no sabía la temperatura exacta, ¿veintitrés grados?, lo cierto era que resultaba de lo más agradable dejarse mecer por un agua tan caliente. Compartía la piscina con otras cuatro personas. Un par de chicos jóvenes, deportistas a juzgar por los ejercicios que estaban realizando, estiramientos bajo el agua, en los que se ayudaba uno a otro; y una madre de unos treinta años acompañada por su hija, una niña de pelo largo rubio, que debía rondar los siete.
Es decir, una piscina enorme, sin apenas personas con las que tropezar. Se sentía afortunada. Aquel era el mejor regalo de cumpleaños que le habían hecho nunca. Un circuito de spa, una sesión de sauna y, lo mejor, una sesión de masaje. Le apetecía mucho el masaje…
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