Ayer

Escuché la melancólica voz de McCartney que llegaba desde algún punto de la calle por la que caminaba y, de pronto, estaba entre brumas. La melodía de Yesterday me transportó muchos años atrás, justo al momento en que nos rozamos por vez primera las manos. Yo tenía 12, tu 14. Dos críos que se iniciaban en el juego del querer. Era verano. Y tu piel estaba bañada por el mar. En la cocina mi tía, tu madre, se afanaba en preparar el almuerzo para los dos. En la radio sonaba la canción de The Beatles. No sabía quién era el que cantaba. Tampoco me interesaba. Yo sólo quería volver a sentir el roce casual de tus dedos en mi espalda, mirarme de nuevo en tus ojos cuando nos buscábamos entre el plato hondo del potaje y el pescado a medio comer. Entonces llegó el otoño y tras él, otros muchos otoños, inviernos, primaveras y veranos, y, sin embargo, aún a veces cuando menos lo espero, escucho los acordes de aquella canción y vuelvo a tener la piel de gallina de mis doce y tú, la bronceada piel de tus catorce.

Febrero, 2017

(c) Josefa Molina

Yesterday. The Beatles