El conserje calla pero él ha visto muchas cosas. El conserje enmudece pero sus ojos han observado muchos asuntos oscuros. A veces se trataban de meras tonterías, algunas rencillas, pequeñas peleas. Pero otras veces, no lo eran. Él escucha más que todos los demás. El aliento más pausado, el pequeño sonido que ningún otro en todo el edificio es capaz ni de imaginar. Por eso sabe que aquel sonido, sordo, apenas perceptible no era normal.
El conserje ya se había fijado en los nuevos vecinos. Ya había percibido la frialdad con que el hombre trataba a la mujer, como ella no levantaba la vista ni para dar los buenos días mientras él se esforzaba en parecer un vecino simpático.
También observó que no recibían visitas y que las salidas de la mujer eran casi exclusivamente para ir al supermercado. Unas salidas en las que siempre cubría su cuerpo con una chaqueta a pesar del asfixiante calor exterior.
El conserje es muy observador. Y no le costó descubrir los moratones que la mujer intentaba ocultar a los demás tras unas gafas oscuras. El conserje se dio cuenta de todo, por eso no lo dudó cuando escuchó el sollozo lastimado, hundido, tras la puerta del 3-A y preguntó si todo iba bien. Pero solo contestó el silencio.
Entonces oyó el ruido seco como de un cuerpo al caer y una especie de gemido sordo. El conserje es un tipo listo así que llamó al 112 y acompañó a los policías hasta la puerta. Fue el primero en descubrir a la mujer tumbada sobre el suelo de la cocina. Su cuerpo era un amasijo de sueños rotos cubiertos de sangre, pero respiraba.
El conserje es un tipo amable y cariñoso que llevó flores a la mujer al hospital y la visitó durante días. La mujer se fue de la ciudad y, a veces, recibe sus cartas desde distintos puntos del país.
El conserje calla pero se siente orgulloso: es el nuevo héroe del barrio.
El conserje enmudece pero sus ojos siguen observando muchos asuntos oscuros.
Enero 2017
(c) Josefa Molina
@JosefaMolinaR
josefa molina autora 