Conciencia
(Texto incluido en el libro colectivo ‘Perdone que no me calle’)
En tu conciencia queda, fue lo último que escuchó de su boca cuando cerró la puerta. ¿Conciencia? Qué sabría él de la conciencia. Qué sabría él de ética ni de moral ni de los principios mínimos de respeto. Qué sabría él de lo que significaba amor, cariño, compartir un buen sentimiento. Sí. Claro que conocía otros sentimientos. Los de posesión, los de los celos, los de dominio. Esos sí sabía utilizarlos bien. Formaban parte de su epidermis. La misma que se encargaba de fustigar cada vez que pensaba que le miraba de forma extraña, o cuando respondía con evasivas a su deseo, o cuando simplemente, se aburría. Y cada vez se aburría más. Daba igual que el equipo de fútbol de turno ganara o perdiera. Ella siempre perdía, su dignidad machacada, su piel sobre el suelo frío, su sangre sobre la moqueta, sus huesos se astillaban. Y a nadie le importaba. Excepto a ella, la amiga que entró en su vida cuando se mudó a su mismo portal. Fue ella quien le recordó que aquello no era amor. Que amar era otra cosa. Una muy diferente a los bofetones en la cocina, a los empujones en el salón y las violaciones en nombre del sacro sacramento en el dormitorio. Ese día descubrió que toda su vida cabía en un pequeño bolso de viaje. En tu conciencia queda, le escupió desde el odio. Qué sabría él de conciencia, se preguntó mientras cerraba aquella puerta tras de sí. Esta vez, para siempre.
(C) Josefa Molina
@JosefaMolinaR
NOTA: Este texto, junto a los textos de otras 63 escritoras canarias, está incluido en el libro colectivo ‘Perdone que no me calle’, que denuncia mediante la palabra la violencia ejercida contra las mujeres.