No more I love you’s
En una ocasión leí que por alguna misteriosa estimulación neuronal, una persona puede quedar irremediablemente vinculada a una canción; que no se trataba de una relación causa-efecto, sino más bien, de un vínculo producto del azar, de un hecho insospechado, de una mera coincidencia que, sin conocerse muy bien el porqué ni bajo qué singular ley de atracción o de mística misteriosa, una melodía une a dos personas.
Quizás se trate un sutil puñetazo sobre el dorsal prefrontal de nuestro cerebro; un extraño baile que las moléculas neuronales inician caprichosamente para materializar lo inmaterializable, para crear una realidad sin peso ni volumen y que, sin embargo, se replica como la existencia más intensa, atravesando cada uno de los poros de la piel, cada vez que suena una determinada canción.
Algo así debió pasar el día en el que ella cruzó la puerta de la cafetería. Justo en ese momento sonaba No more I Love you’s en la radio. Desde entonces, y como respondiendo a una singular fuerza gravitatoria del universo no escrita, la canción y su imagen quedaron prendadas misteriosamente la una de la otra.
Apenas cruzamos la mirada dos segundos al sentarse frente a la mesa donde yo esperaba a mi cita. Fueron tan sólo dos segundos, un instante ínfimo, un breve momento en el que, sin embargo, el mundo pareció decidir dejar de girar sobre sí mismo, para girar únicamente en torno a ella.
Cualquiera que se hubiera fijado en mi, hubiera notado ipso facto el estado de turbación que me produjo su presencia; se habría percatado de la profunda atención con la que observé cómo extraía un libro de su bolso, cómo depositaba el móvil sobre la mesa, cómo se recogía un mechón de pelo para depositarlo tras su lóbulo derecho, cómo inquieta se mordía el labio inferior… De hecho, apenas pudo mantener la mirada en el libro, alternando sus ojos entre el café, el libro y la pantalla del móvil, hasta que, en un momento dado, levantó la cabeza y perdió su mirada en el vacío. Estoy seguro de que, en ese momento, su mente estaba muy lejos de allí, quizás tratando de ahogar un pensamiento en algún lugar lejano, muy lejano de aquella cafetería, de aquella mesa, de aquella ciudad.
El inoportuno sonido del móvil nos despertó a ambos. Entonces cerró el libro y se perdió entre el gentío de la calle.
La cafetería se llenó de su ausencia y en mi cabeza comenzó a sonar, la primera vez de tantas otras que vendrían después, No More I Love you’s, la canción que, sin ella saberlo ni yo entenderlo, quedó convertida mágicamente o por el capricho de las neuronas, en nuestra canción.
‘No more I love you’s’ by Annie Lennox
Mayo 2018
(c) Josefa Molina
@JosefaMolinaR
Preciosa canción para un hermoso relato…
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Mil gracias, Antonio, por pasarte por aquí y comentar. Esta canción es muy especial, pero ¿cuántas habrán así de especiales? ¿o no tantas?….
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