Ellas
Ando escondida en un rincón
del alma
Jane me mira desafiante
Su vestido de fina seda azul
me interroga
No, Jane, nunca seré como tus cerámicos ojos
Nací para contar las historias de otras
Lámparas de aceite sin aceite
Siemprevivas en un jarrón de imitación
Tarde de domingo que se pierde
mientras en la calle alguien reclama ausencias
No, Mary, no anhelo la gloria
trescientos años después
La añoro ahora, entera,
eterna y efímera
como tu gloria,
como la de todas
Ando perdida frente al escritorio
Pienso que todo es pasado,
todo menos doloroso
Todo o nada…
no hay palabras
con las que enredar este sortilegio
de ánimas mal aventuradas
Tazas decoradas
recuerdan antiguos tiempos
cuando el verso tenía forma de terciopelo
No, Virginia, no tengo habitación propia
ni pluma ni tintero
Mis dedos acarician las letras
vacías – ¡ay! – del sentido primigenio
Somos otras,
perdidas en los estanterías
de todas las bibliotecas
No, Sylvia, no me llames
¡no quiero dormir en la cocina!
Ando compartiendo palabras
con las ausentes
Ellas, que no están
Ellas, que ya se han ido
Ellas, que la historia borró
Ellas, que otras rescataron del olvido
Ando perdida entre letras de muertas
madres de palabras que nacieron huérfanas
Tal vez, ellas me escuchen
Tal vez, ellas me entiendan
Tal vez, ellas, por fin, me envuelvan
¡ay! en esta insondable y solitaria vereda
Publicado en la revista Suburbalia el 25 de abril de 2020