Charles Chaplin en la Puerta del Sol

chaplin

A Charles Chaplin le dolía el corazón. Se apoyó en el muro del edificio desde donde parten todos los caminos y esperó que el rápido latir se fuera acompasando a su respiración. Intentó tranquilizarse, pero el motor humano parecía no tener miedo a un nuevo infarto.

Supo de inmediato que la mirada de aquella mujer, a la que hacía más de quince años que no veía, era el motivo de la aceleración de sus latidos. Intuyó que, tal vez, la sonrisa del niño de apenas siete años al que regaló un globo naranja, estuviera detrás del rápido movimiento del músculo vital.

Cuando su mirada se cruzó con la de ella, se asustó. No le pasó desapercibida la lenta transformación de su incipiente sonrisa en dolorido gesto. Me reconoció, temió el hombre, pero se equivocaba. Tras el disfraz, los ojos de los otros solo veían a un triste payaso mudo. Sin embargo, él a ella, sí. Por eso a Charles Chaplin le dolía el corazón. Aunque no sabía a ciencia cierta si el dolor era motivado por la necesidad de un nuevo baypass o por el fortuito encuentro. Claro que estar frente a tu única hija, descubrir que tienes un nieto al que no conocías y no poder articular palabra alguna ni susurrar nunca dejé de quererte, siempre inmoviliza los corazones.

También los que rebosan sonrisas y regalan globos de colores como el de Charles Chaplin en la Puerta del Sol.

(c) Josefa Molina


2 respuestas a “Charles Chaplin en la Puerta del Sol

    1. Mil gracias, Puri, no solo por asomarte por aquí sino también por dejarme tu comentario y, sobre todo, por leer mis pequeños relatos. No pierdas esa buena costumbre, jaja. Un abrazo!

      Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s